Las ovejas del papa abandonan el redil

20 de diciembre de 2012

Por Orlando Mora

Desde mediados del siglo pasado, el número de católicos en México ha estado disminuyendo, a pesar de los intentos de la iglesia por evitarlo.

Benedicto XVI, junto al presidente Felipe Calderón y su esposa, Margarita Zavala.

Benedicto XVI en México

Durante los cuatro días que duró la visita de Benedicto XVI a Guanajuato, México, del 23 al 26 de marzo del 2012, cerca de 3.4 millones de mexicanos vieron en persona al papa, quien además ofició una misa con 640 mil asistentes. Porras, aplausos, lágrimas, alegría desbordada y éxtasis de emociones al máximo, fueron parte de las vivencias del núcleo más espiritual del catolicismo mexicano. Las largas horas de espera bajo el frío de la noche y el calor del día, y los esfuerzos económicos de los pobres por acudir a los eventos a donde asistió el papa, bien valieron la pena para ver, aunque fuese por unos pocos segundos, al hombre que para millones de personas es, ni más ni menos, el representante de Cristo en la Tierra, el sucesor del apóstol Pedro.

Dejando a un lado el tema político, Benedicto XVI vino a México con la misión pastoral de confirmar la fe los mexicanos, es decir, afianzar y fortalecer la fe de una nación que fue bautizada por Juan Pablo II, en 1979, como siempre fiel. Esta fidelidad, sin embargo, ha sido efímera, porque al papa se le están escapando las ovejas del rebaño.

México es un país históricamente católico, pero desde mediados del siglo pasado, el dominio católico está perdiendo terreno. Datos oficiales evidencian este hecho: en 1950 el 98% de los mexicanos se declaraban católicos, mientras que en 2010 esta cifra era del 84%, es decir, en 60 años el número de católicos disminuyó 14%. A este ritmo de crecimiento, en 2155 sólo la mitad de la población será católica.

La iglesia católica no solamente enfrenta una disminución cuantitativa, también enfrenta un problema cualitativo, ya que cada día menos católicos van a misa, menos católicos viven siguiendo las enseñanzas de la iglesia, y más católicos se vuelven liberales, en franco desafío a los dogmas morales de la iglesia.

También es cierto que son pocos los católicos que comprenden las doctrinas centrales de la iglesia. Por ejemplo, sólo algunos saben que la misa es la repetición del sacrificio de Jesús, pero un sacrificio sin sangre, y que en el momento del rito de la consagración, la hostia que el sacerdote da a comer a los creyentes, se transforma, por el milagro de la transubstanciación, en el cuerpo de Cristo, real, literal y verdaderamente, a pesar de que la hostia en todo momento conserva su tamaño, forma y sabor.

La primera causa de la disminución católica mexicana tiene que ver con el aumento del número de ateos, cifra que se ubica hoy día en 4%. La segunda causa es la más importante: los católicos están abandonando el redil del papa para unirse al rebaño de los hermanos separados. Así es, la cantidad de católicos que se convierten al cristianismo protestante va en aumento. El porcentaje actual de la población mexicana que se declara protestante es de 10%, número que corresponde a mormones, testigos de Jehová, y mayoritariamente a los evangélicos.

En el plano individual, la conversión al cristianismo protestante todavía es vista entre la sociedad como una traición a la familia y a la patria. ¿Cómo es posible que traiciones la herencia sagrada de nuestros padres? ¿Cómo es posible que abandones a la única iglesia verdadera y a nuestra madre María, y te vayas con esos herejes, profesantes de una secta extranjera?, le cuestionan en oposición los familiares al convertido, cuando paradójicamente, el catolicismo lleva impreso en el nombre su origen extranjero: romano. Pero el convertido no comete ninguna traición, antes al contrario, el convertido adquiere una nueva y más completa dimensión de los valores familiares y nacionales, porque ahora se sabe con la misión de dar un testimonio cristiano ante Dios mismo, antes que a cualquier persona o institución. En realidad, el convertido adquiere un espíritu más patriota por su nación y lo que es más importante aún, su identidad sufre un cambio drástico: pasa de sentirse un número estadístico a llevar en su interior esa identidad tan especial de considerarse un hijo de Dios. Su sentido de existencia se escapa del marco estructural humano de la iglesia católica, y se convierte en el sentido existencial y universal de pertenecer a Dios. Es esta identidad la nueva fuerza para vivir del convertido, la marca que lo distingue respecto de su condición anterior.

Es natural que en un país católico las conversiones generen resistencia entre la sociedad, pero no debería ser de esta manera, porque, finalmente, profesar en libertad una creencia de fe, es un derecho fundamental de todo individuo, derecho que está estipulado en la Constitución política nacional.

Intentos para frenar el avance protestante

La caída gradual del catolicismo mexicano no es un fenómeno aislado, que pudiera explicarse en parte por la influencia de Estados Unidos, el centro mundial del protestantismo. Se trata de una ola de invasión de las que el clero católico denomina “sectas”, con alcance continental. Desde México hasta Argentina, los países latinos se vuelven cada día más evangélicos. ¿Llegará el punto de la historia donde América Latina se vuelva protestante?

Varios son los frentes de batalla con los que el catolicismo ha intentado frenar el crecimiento protestante en México. Desde los desvaríos de impotencia y discriminación del cardenal Juan Sandoval Íñiguez, quien declaró que “se necesita no tener madre para ser protestante”, aunque hasta donde se sabe, ningún ser humano ha sido engendrado jamás por generación espontánea, hasta el intento oficial católico de impedir el Homenaje a Jesús, primer evento evangélico realizado en el estadio Azteca de la Ciudad de México, en 1999, alegando derechos de autor sobre la imagen de Jesús y confusión entre la feligresía católica.

Ni qué decir de los múltiples atropellos a los derechos más elementales de los habitantes de los numerosos poblados, sobre todo de Guerrero, Oaxaca y Chiapas, quienes por no profesar la religión oficial del pueblo, son objetos de burlas, maltratos físicos y privados de servicios como agua y acceso a las escuelas a los hijos, ante la complacencia y complicidad de las autoridades locales tanto civiles como católicas. Por supuesto, está también el insecticida anti-protestante que huele en muchas ventanas: “este hogar es católico y no se acepta propaganda protestante ni de otras sectas”. Y en última instancia, la visita papal como el intento máximo para detener el avance de las “sectas”.

En su visita, Benedicto XVI se cuidó de no mostrarse en público junto al cardenal Norberto Rivera, acusado en Estados Unidos de encubrimiento de pederastas. Por esta misma política, el papa optó por visitar Guanajuato en lugar de la capital mexicana. En el Distrito Federal el papa corría el riesgo de que una multitud se manifestara públicamente en su contra, por el caso del sacerdote Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, a quien tras su muerte se le descubrió el delito de pederastia. De hecho, el papa ni siquiera se reunió con las víctimas de pederastia, algo que sí hizo en otros países que visitó.

Pero la visita a Guanajuato fue un error: no puede activarse la fe católica nacional sin visitar la Basílica de Guadalupe, el centro católico de América. Y aunque es cierto que a Guanajuato acudieron millones, el efecto espiritual fue solamente local. Sobra decir que la impresión en la vida diaria de la Ciudad de México fue casi nula. La ciudad vivió los días de la visita papal como si nada estuviera pasando. De los efectos duraderos de la visita, como una posible incidencia positiva sobre la delincuencia, no queda nada.

La iglesia católica enfrenta los desafíos de un mundo moderno cada vez más liberal, a la vez que mira cómo frente a sus ojos, lenta e imparable, el rebaño católico mexicano se vuelve cada vez más pequeño. Si el papa anterior no pudo revertir esta tendencia, es probable que el papa actual tampoco pueda hacerlo.

Debate presidencial en México

12 de mayo de 2012

Por Orlando Mora

Mientras la derechista Josefina Vázquez Mota se hundió, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador aprovechó el primer debate y puede escalar a la segunda posición.

Enrique Peña, Josefina Vázquez, Gabriel Quadri y Andrés Manuel López.

Josefina, hundida por Peña Nieto

El pasado 6 de mayo se realizó el primer debate entre los candidatos que aspiran a convertirse en el próximo presidente de México. Dos horas duró el encuentro entre la candidata de derecha, Josefina Vázquez Mota, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, el candidato postulado por el partido de los maestros, Gabriel Quadri de la Torre, y el aspirante del partido de centro, que lidera las encuestas con alrededor del 50% de intención de votos, Enrique Peña Nieto.

Era la gran oportunidad de Josefina de escalar lugares, alejarse de Andrés Manuel y acercarse a Peña Nieto. Ella tuvo un buen inicio. No tardó mucho en disparar sus balas contra Nieto, pero allí empezó la debacle. Lo que debió ser la masacre de Enrique se convirtió en la noche del Titanic para Vázquez Mota. Ella se mostró demasiado tibia, muy suave y sin fuerza argumental. No supo utilizar a favor suyo los hechos innegables de que, como gobernador, Peña Nieto dejó al estado de México entre los más corruptos y con las tasas más altas de feminicidios, robos y secuestros a nivel nacional. Ni siquiera el caso de la niña Paulette pudo articularlo correctamente. Fue penoso ver cómo Josefina jamás supo confrontar a Peña Nieto, mientras se hundía en sus propias aguas. 

No solo fue fácil para Peña Nieto defenderse, sino, ¡oh sorpresa!, el candidato que no recuerda sus tres libros favoritos fue capaz de contraatacar y asestó un mortal golpe del que Vázquez Mota jamás se levantó: le recordó a Josefina sus inasistencias a las sesiones del Congreso cuando fue diputada.

Josefina quiso dar muestras de vida y lanzó un discurso al estilo de I have a dream: “sí, sí soy diferente, porque he tenido una trayectoria de honestidad y puedo verlos a los ojos”. Ese fue el eslogan de Obrador hace seis años, la honestidad valiente. Solo le faltó decir soy diferente porque soy mujer. Caramba, pues si hasta los mismos gemelos son diferentes. El colmo de sus males fue lucir su honestidad, pues mientras que en un spot su partido decía que durante su gestión como secretaria de desarrollo social se colocaron 2 millones de pisos, en otro spot, ella decía que eran 3 millones, cuando la cifra oficial es de tan solo 300 mil pisos.

Para rematar, Peña Nieto invitó a Josefina revisar juntos los compromisos que él cumplió como gobernador, a lo que Josefina terminó por ahogarse, diciendo “eso es lo que no quiero para México, alguien que pida que se le venga a revisar la tarea”, pues exactamente eso ha hecho su partido, al señalar varios compromisos incumplidos de Peña como gobernador. En un país aquejado duramente por la corrupción, desde luego que necesitamos y exigimos revisar la tarea de los gobernantes. Hasta López Obrador dijo, en caso de ganar la elección, realizar una encuesta cada dos años para que la gente evaluara su gestión y decidiera si continuara o no en el cargo.

Josefina, en su última intervención en el debate, invitó a los electores a escoger entre el México de paz de ahora o el México de la corrupción. ¿Se puede llamar paz vivir en medio de una brutal guerra antinarco, emprendida por su partido, que ha enlutado a por lo menos 60 mil familias en los últimos cinco años, sin ningún indicio de que el gobierno vaya ganando, y dejando, además, una imagen negativa del país en el ámbito internacional?

Y el candidato puntero no desaprovechó la ocasión y remató por última vez: “Josefina, si no quieres revisar la tarea, no la califiques”.

La farsa llamada Quadri

Aunque técnicamente fue el más brillante por su elocuente retórica, Quadri no pasa de ser un mero farsante, que se autoproclama candidato ciudadano, cuando en realidad él representa los intereses de una de las peores políticas de este país, que ha impedido el desarrollo en materia educativa. Gabriel Quadri es un títere de Elba Esther Gordillo, la presidenta del sindicato de maestros de México, el más poderoso de América Latina. Asombra que un personaje inteligente, con doctorado, se preste a semejante juego. Más de uno quedó impresionado con Quadri. Pero él no va a ganar. Por eso ninguno de los otros tres candidatos debatió con él. Votar por Quadri es seguir manteniendo con vida al partido parásito del sindicato de maestros.

Tal parece que habiendo terminado el festival de rock de Avándaro en 1971, Quadri se subió a una combi. Desde entonces ha estado viajando por los desiertos y valles de todo el país. Por eso es que ahora, en plena campaña electoral, la combi luce muy maltratada y desgastada. Tantos viajes hacen mella y también pueden inducir alucinaciones. En su más reciente spot, Quadri se compara con Albert Einstein, Martin Luther King, dos íconos mundiales, y con Emiliano Zapata, un legendario líder social mexicano. La comparación es netamente propagandística… hace un par de días lo descubrieron bajándose de un coche blindado y subiéndose a su combi, una calle antes de llegar a uno de sus eventos. 

Obrador derrota a Peña Nieto

Mientras Josefina se hundía, Obrador empezó a emerger. El debate terminó por convertirse en una guerra de dos. 

Peña Nieto mostró destellos de sus dotes oratorios, en frases como “no se ha aplicado para aplicar la justicia”. ¿Aplicado para aplicar? “Suele recurrir, y no de manera franca, a la mentira de manera reiterada”. ¿Alguna vez la mentira es franca? “Para que a ti te pueda llegar tu recibo de consumo de energía eléctrica de menor tarifa y de menor precio”. ¿Acaso menor tarifa y menor precio no son lo mismo?

Obrador inició el ataque acusando de corrupto a Peña Nieto, pues cuando este fue secretario de administración de su tío Arturo Montiel, exgobernador del estado de México, Montiel se enriqueció de manera ilícita. Cuando el candidato puntero estaba a punto de pegar otro golpe mortal, su segundo de la noche, al acusar a Obrador de encubrir a René Bejarano por recibir fajos de dinero, López Obrador reviró con una respuesta brillante: “Ponce, secretario de finanza en el tiempo que fui jefe de gobierno, está en la cárcel, lleva ocho años; Bejarano también fue a la cárcel, y usted, que fue secretario de administración de Montiel, está aquí”.

Obrador volvió a golpear a Peña: “¿cómo va a combatir la pobreza? Le di un dato: 1,200,000 mexiquenses en pobreza extrema. ¿Qué hizo usted?” Peña jamás respondió este cuestionamiento.

Y así se esfumó el debate. Entre una Josefina en declive, un Peña Nieto que salió bien librado, y un Obrador que posiblemente se coloque en segundo lugar en las encuestas.